Hace pocos días participé en la Escuela de Verano de Value School, y ha sido una gran oportunidad para los que tenemos espíritu crítico, con ganas de cuestionar todo lo que nos enseñan en las escuelas y universidades, para luego desarrollar una opinión propia partiendo de principios más certeros.

Lo sencillo siendo un joven universitario, es aprender lo que te pongan en la pizarra y aplicar esa cantidad de teoremas y funciones para tratar de modelizar el mundo real. Sin embargo, antes de memorizar algo y considerarlo correcto, debemos debatirlo y contrastarlo. Parece un ejercicio simple, pero lo común es no hacerlo.

EXPECTATIVAS

Tenía grandes expectativas antes de acudir al curso. Repasando el temario, vi que se tratarían tres tópicos que me parecen fundamentales:

  • La economía desde un punto de vista empresarial, y no como una consecuencia de millones de individuos intentando maximizar una irreal función de utilidad.
  • El ahorro: La necesidad de que incluyamos el ahorro en nuestra cultura, pues no podemos confiar en que el Estado nos garantice una renta futura.
  • La inversión: La importancia de invertir lo ahorrado para no perder constantemente poder adquisitivo. El Value Investing será la estrategia de inversión que aprenderíamos, ya que es sencilla y muy rentable a largo plazo. Impera el sentido común, la paciencia y la disciplina.

Además, los profesores que impartirían las clases son de los mejores gestores, analistas y traders de España. Y, por si fuera poco, me moría de ganas por conocer a los que iban a ser mis compañeros, un grupo de jóvenes tan apasionados por el mundo de las finanzas como yo.

EL CURSO

El primer día del curso nos reunimos todos los alumnos. Había estudiantes de diversos campos: ingeniería, economía, matemáticas, etc. Cualquier perfil es válido para comenzar con este tipo de inversión.

A la apertura acudió Iván Martín, gestor de Magallanes, y en la despedida estuvo Francisco García Paramés, de Cobas. Ambos se mostraron muy cercanos y respondieron al bombardeo de preguntas que les teníamos preparado. Debemos aprovechar la oportunidad de tener a tantos y tan buenos referentes con ganas de formar a la nueva cantera de jóvenes inversores y de compartir sus métodos. Hace 15 años esto era impensable en España.

Las clases fueron excepcionales:

  • Emérito Quintana, de Numantia, explicó el ciclo de la vida de un negocio y comparó las ideas de la Escuela Austriaca y el Value Investing demostrando así una manera más eficiente de analizar la economía.
  • Pablo Martínez Bernal, de Amiral, expuso la historia del nacimiento de la inversión en valor, así como las estrategias de los mejores representantes: Buffett, Graham, Lynch, Fisher, etc.
  • Mayte Juárez, de Cobas, demostró con una interesante clase cómo todos los seres humanos tenemos sesgos conductuales comunes, imprescindible aprender sobre behavioral economics.
  • Luis Torras, de Japan Deep Value, trató la importancia de invertir en activos reales, y las diferencias entre la inflación, el IPC y el agregado monetario M3. Nos recomendó el libro de Carlos Tusquets «Enriquéceme despacio, que tengo prisa».

Las ponencias de Emérito, Pablo, Mayte y Luis fueron la introducción necesaria para ponernos en un contexto común a todos los alumnos, ya que estudiamos diferentes carreras. Y los encargados de explicar más a fondo la valoración de empresas fueron Xavier Brun, de Solventis, y Alejandro Muñoz, de Equam:

  • Brun dio una masterclass de análisis fundamental, explicando cómo interpretar toda la información cuantitativa que nos encontramos en los estados de posición de las empresas.
  • Alejandro Muñoz se centró en los aspectos cualitativos, ilustrándonos con ejemplos de empresas que cumplían las ventajas competitivas (moats) que iba explicando.

EXPERIENCIAS

Pero el curso no consistió sólo en dar clases. La convivencia fue magnífica, la mayoría de los alumnos comíamos juntos para conocernos más a fondo, discutir ideas de inversión y, ¿por qué no?, hacer contactos para posibles proyectos futuros.

Salvando las distancias, y espero me perdonen la comparación, esta reunión de jóvenes apasionados durante el curso de verano de Value School, me recordó a la que se produjo el 17 de diciembre de 1927 con motivo del tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora. Todos sabemos la Generación de oro que salió para la literatura española de ese encuentro.

El curso se ha alejado de la enseñanza teórica a la que estamos acostumbrados, y hemos trabajado con ejemplos basados en situaciones reales. Hemos reconocido el terreno donde a partir de ahora nos vamos a mover y las clases han servido para plantar la semilla de cómo valorar empresas. Ahora depende de nosotros que hagamos que florezca esa semilla y de plantar otras. Para eso, debemos seguir aprendiendo de forma autodidacta: leer, analizar, invertir y equivocarse. Es necesario poner a prueba tu capacidad de autocontrol, de ser contrarian y de mantener tus ideas firmes cuando todo el mundo gana dinero y parece que te estés equivocando.

Me voy muy satisfecho y orgulloso de mis compañeros, ya que algunos presentaron grandes ideas de inversión. Se notó que hay talento.

CONCLUSIONES

Escribiendo este post desde casa, me doy cuenta de que he vuelto con las ideas más claras y con más inquietud todavía de la que tenía. Las expectativas que llevaba se han cumplido con creces, pues hemos interiorizado la importancia de ahorrar y de renunciar a parte del consumo actual a cambio de consumo futuro. También a invertir con sentido común para protegernos de la inflación.

En resumen, salimos con ganas de seguir aprendiendo, de analizar, de crear nuestra propia cartera. Porque, como he dicho antes, se aprende equivocándose. Además, nos han insistido en la importancia de la lectura y del inglés. Así que, ¡manos a la obra!

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