Cuando la gente menos familiarizada con el sector financiero me pregunta sobre mi trabajo, al responder que soy analista en una gestora de fondos de inversión y que nos dedicamos a comprar acciones, tengo la impresión de que me imaginan en una sala gigante, con gente al teléfono gritando y un montón de pantallas llenas de gráficos con cotizaciones, al más puro estilo del Lobo de Wall Street.

Creo que esta idea equivocada viene fundamentalmente de que no todo el mundo es consciente de que las acciones son trozos de compañías y los accionistas no somos más que propietarios de éstas. Pero no crean que esto le ocurre solo a quien no sabe de finanzas, es algo que se les olvida también a muchos inversores.

Es mucho más glamurosa la imagen que se proyecta en películas y series sobre el mundo de la inversión en Bolsa que nuestra realidad como analistas y gestores. De hecho, si se acercasen a la zona donde trabaja el equipo de Gestión de Cobas, se parece más a una biblioteca que a cualquier otra cosa.

Como me gusta explicar a quien se interesa un poco más por lo que hacemos y no se queda con la imagen superficial, nuestro trabajo se asemeja bastante a estudiar, en nuestro caso compañías cotizadas. Porque como decía, una acción es una participación en la propiedad de una empresa, y por esa razón nosotros dedicamos más del 90 por ciento de nuestro tiempo a analizar compañías y tratar de determinar cuánto valen.

Al final, es eso lo que nos distingue a los inversores en valor: sabemos cuánto valen las cosas y eso nos permite comprar compañías con un amplio margen de seguridad, nuestra principal protección frente a errores y eventos inesperados.

Además, saber el valor de las empresas en las que invertimos nos permite ser disciplinados y no dejarnos llevar por las emociones. El tipo de inversión que nosotros hacemos implica, la mayor parte de las veces, ir en contra del mercado y eso no es fácil. Es complicado hacer algo distinto de lo que hace la mayoría, ya que, por nuestra propia naturaleza, los seres humanos queremos ser parte de una comunidad y tenemos miedo a sentirnos solos o perdernos algo.

De hecho, los profesores y psicólogos Naomi Eisenberger y Jeffrey A (1). Lieberman publicaron en 2004 un estudio muy interesante en el que, con un juego de ordenador, trataban de simular la exclusión social y escaneaban el cerebro de las personas que participaban en el juego. Se encontraron con que las partes del cerebro que responden a esa exclusión son las mismas que se activan cuando se siente dolor físico.

Un marco de valoración sólido

¿Cuál es entonces la mejor protección ante ese “dolor” que nos causa ir a contracorriente? Sin duda, tener un proceso de inversión robusto y un marco de valoración sólido. Solo así, estudiando a fondo las compañías en las que invertimos, conociendo bien su negocio y sabiendo su verdadero valor, somos capaces de no asustarnos cuando cae la cotización de las compañías que tenemos en cartera e incluso ser capaces de aumentar nuestra posición. Porque en el mercado bursátil, valor y precio no son la misma cosa.

Un ejemplo que ilustra la importancia de hacer un buen trabajo de valoración y análisis es lo que pasó recientemente con una de las compañías de nuestra cartera Internacional, la británica Dixons Carphone. En los dos años que llevamos siguiéndola, como en cualquier compañía que analizamos, hemos leído las Memorias Anuales, numerosos informes sectoriales y específicos de la compañía, hemos construido un modelo de valoración con diez años de datos históricos y hemos actualizado nuestro caso de inversión tras cada publicación de resultados y noticia relevante. Y en el caso concreto de Dixons, hemos hablado con más de diez expertos independientes, incluyendo antiguos empleados de la empresa, directivos de compañías del sector, proveedores y analistas, y hemos visto al equipo directivo (tanto al antiguo como al nuevo) en varias ocasiones.

Ese extenso trabajo y profundo conocimiento de la compañía nos permitió mantenernos firmes en nuestras convicciones tras la última publicación de resultados. El 20 de junio de 2019 la compañía anunció que, por un deterioro en su negocio de distribución de móviles, Carphone Warehouse, el año que viene los resultados van a ser peor de lo esperado por el mercado. Ese día la acción llegó a caer un 20% a primera hora de la mañana.

Lo lógico, para alguien que no conoce bien la compañía y no sabe lo que vale, es asustarse por los titulares y la caída, y cometer el error de vender las acciones. Nosotros, por el contrario, sabemos que el negocio de móviles es menos del 20% de las ventas, y a pesar de los peores resultados esperados es un negocio que va a generar mucha caja en los próximos años.

Además, el resto de los negocios están teniendo una evolución positiva y la compañía anunció también ese día que planea alcanzar sus objetivos de aumento de márgenes y generación de caja un año antes de lo previsto.

Tras esas noticias, actualizamos nuestro caso de inversión y concluimos que nuestra valoración de Dixons permanecía intacta, lo que nos permitió tomar decisiones de manera fría y racional, a pesar del pánico en el mercado.

A día de hoy, la acción ya ha superado esa caída y de hecho ha subido más de un 15% desde los mínimos que marcó en las jornadas posteriores a los resultados.

Evidentemente todo esto que hacemos no es una ciencia exacta y a pesar de hacer bien nuestros deberes nos podemos equivocar. Pero hacer un buen trabajo de análisis y valoración es la mejor manera de no dejarnos guiar por nuestros instintos, algo muy peligroso cuando hablamos de nuestro dinero.

  • (1) Estudio de Eisenberger y Lieberman: Why rejection hurts: a common neural alarm system for physical and social pain.

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