Estudio Economía en la Universidad de Valencia, y tuve la suerte de que al empezar la carrera conocí a otros estudiantes que tenían las mismas inquietudes que yo por la inversión, sobre todo a uno que llevaba varios años invirtiendo y que me sirvió de soporte para decidirme y para ir aclarándome las dudas que me surgían.

Mi compañero invertía en cualquier tipo de activos, como acciones de empresas cotizadas, materias primas, deuda corporativa, letras del tesoro y hasta criptomonedas, por lo que solía estar al día y tenía grandes conocimientos financieros. Esto hizo que le tomara como mi “mentor”.

Comencé a fijar mi atención en acciones de empresas cotizadas, porque me parecía lo más sencillo para empezar, y posteriormente me daría cuenta de que son los mejores activos en los que invertir. A los 18 años hice mi primera operación y empecé a crear una estrategia para encontrar empresas que cumplieran una serie de requisitos, como que hubieran caído considerablemente en los últimos 12 meses, que los analistas le dieran un potencial mínimo del 20% y otras condiciones muy rudimentarias.

Con el paso del tiempo me forme más, hice más operaciones, gane más experiencia y me di cuenta de que mi método de inversión se basaba en muy pocos parámetros que realmente me dieran la seguridad de que mi dinero estuviera invertido en una buena empresa.

Seguí formándome y descubrí un estilo de inversión que, salvando las distancias, se parecía a lo que yo estaba haciendo, pero obviamente de una forma más técnica y consciente: el “Value Investment”. Empecé a investigar la figura de Warrent Buffet, al que conocía desde mis inicios como uno de los mejores inversores de la historia, si no el mejor, pero no me había parado a estudiar su trayectoria y en qué basaba sus inversiones.

Hice lo mismo con Benjamin Graham o Peter Lynch, de los cuales aprendí muchísimo, pero mi inmersión total en la filosofía “value” la realicé cuando descubrí a García Paramés. Supongo que fue por ser del mismo país y pertenecer a la misma cultura, o quizás por la sencillez de sus palabras a la hora de explicar su metodología de inversión. Fuera lo que fuese, él fue quien me hizo darme cuenta de que iba por el camino correcto.

Aprendí mucho leyendo su libro, viendo su trayectoria profesional, la de las empresas en las que invertía, etc. Además, en julio del año pasado fui uno de los privilegiados que pudo asistir a la Escuela de Verano de Value School, donde pude escucharle en persona, además de aprender también de otros grandes gestores e inversores que nos enseñaron sus conocimientos.

De este modo he tomado la decisión de que la inversión en valor a través las acciones de empresas cotizadas son el mejor destino para mis ahorros, porque me ayudan a mantener el poder adquisitivo de mi dinero.

Emplear ratios sencillos y que aporten seguridad

Mis inversiones han ido transformándose con el tiempo hacia operaciones más sofisticadas, conscientes y seguras, y espero que sigan evolucionando favorablemente. Ahora me fijo en muchos más requisitos a la hora de invertir, como el PER, el ROE, niveles de deuda, beneficios futuros, la propiedad de la empresa y el equipo directivo.

Por ejemplo, el PER, criticado últimamente por muchos inversores, siempre me ha transmitido confianza y seguridad a mis inversiones. A la hora de fijarme en este ratio, comparo el PER actual de la empresa con el de su sector, el del mercado y el propio histórico.

El ROE mide el beneficio en función de los recursos usados, por lo que es un buen parámetro para saber si la empresa genera valor. Los niveles de deuda de la empresa los valoro a través del ratio DEBT/EBIT. También hay que tener en cuenta qué tipo de empresa es, su sector y otros aspectos para tomar por válido un ratio mayor o menor.

Además, me fijo tanto en sus inversiones futuras a cinco años, para saber si la empresa tiene capacidad para expandirse, como en sus beneficios futuros, ya que, si no se tienen en cuenta estos aspectos del futuro, se puede crear una trampa de valor.

En cuanto al equipo directivo, estudio su trayectoria y la de las empresas que ha dirigido en el pasado. Respecto a la propiedad, me gusta que haya un accionista mayoritario y a poder ser que sea una familia, así te garantizas que sus prioridades están alineadas con las del resto de accionistas, es decir tú. Otra señal parecida a éstas que te pueda infundir confianza es que la empresa esté recomprando sus acciones.

Se pueden estudiar muchos otros ratios, pero son tantos que hay que usar los que mejor se comprendan, los más sencillos de interpretar y, por supuesto, los que más seguridad te aporten. También aporta valor y seguridad estudiar los balances, ya que puedes encontrar activos ocultos, conocer los niveles de caja y muchos otros aspectos que den más conocimiento sobre la inversión que vamos a realizar.

Al final esto es como todo, cuantas más horas le eches y mejor estudies tus inversiones, más probabilidades tendrás de que te salgan bien.

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