No hace falta que nadie nos descubra cómo afecta la inflación a nuestro bolsillo. Los altos precios de los bienes y servicios que consumimos ya reflejan la subida del IPC y nuestro poder adquisitivo se encuentra cada vez está más deteriorado.

Además, todos los medios se han encargado de ponernos al día sobre cómo la problemática entre Rusia y Ucrania, así como los problemas en las cadenas de suministro, están encareciendo nuestro día a día.

Lo que quizás no tenemos tan claro es qué sucede con nuestra economía personal cuando las autoridades se refieren a ese abstracto ‘endurecimiento monetario’. Es protagonista y preocupa a expertos y mercados.

Con una inflación que finalmente es menos (o nada) eventual de lo que se auguraba, los principales bancos centrales, como la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE), han tomado cartas en el asunto.

Así, desde una política ‘dovish’ o expansiva, con tipos de interés bajos y amplios estímulos a la economía, la economía post-covid se ha convertido en ‘hawkish’ de la mano de Powell, Lagarde y Bailey, entre otros. El objetivo es claro: reducir la inflación.

Además de otras medidas como la reducción del programa de compras, esta nueva política monetaria endurecida viene acompañada de amplias subidas de tipos bajo el brazo.

La Fed anunció ya en marzo de 2022 la primera subida de tipos, de 75 puntos básicos y su comité los ha elevado, hasta noviembre, 6 veces más. A finales de este año, el tipo referencia de EE. UU. se sitúa en un 4%, su porcentaje más alto desde el año 2008. Por su parte, el BCE comenzó a subir los tipos de interés, en 50 puntos básicos en julio de 2022, y ha continuado elevándolos a buen ritmo hasta la actualidad.  En el mes de octubre de 2022, en su última reunión sobre este asunto hasta la fecha, la entidad ha aumentado los tipos de interés en 75 puntos básicos hasta el 2%.

El abstracto que se hace realidad

Y aunque todas estas decisiones nos parezcan lejanas y ajenas, esta subida de tipos afecta en gran medida a nuestra economía. Lo abstracto se vuelve concreto con esta dosis de realidad.

Pese a que unos tipos más altos no repercuten de forma directa en los créditos, el famoso Euribor, del que tanto oímos hablar, es el que se ve afectado.

El Euribor es el Tipo Europeo de Oferta Interbancaria y se define como el precio al que las entidades bancarias prestan dinero entre sí. Son préstamos de fondos entre bancos y se calcula de forma diaria.

Nos veremos afectados por él si nuestra hipoteca es variable, debido a que se revisará de forma periódica, cada 6 o 12 meses normalmente, para adaptarlo a la situación económica con el Euribor como guía.

De toda esta situación se deriva que pagaremos un precio más alto por nuestra necesidad de financiación, que se encarece el mercado hipotecario y que la economía real, de forma general, se ve afectada.

Las empresas también notan estos altos precios en sus cuentas de resultados que, normalmente, trasladaran el encarecimiento a sus clientes finales.

Tanto influyen estas subidas de tipos de interés en nuestra economía que el experto y profesor Xavier Brun señala que una subida de tipos o Euribor de un punto tiene un impacto del 0,35% del Producto Interior Bruto (PIB) de un país. La razón principal es que las familias desviamos el dinero de un consumo potencial en pagar una hipoteca más alta.

Los números de la verdad

Pero como muchas veces a las palabras, definiciones y planteamientos se los lleva el viento, vamos a ver algunas cifras y ejemplos prácticos con los que nos podemos sentir identificados.

El Euríbor ha subido en unos meses de tal forma que vamos a notar los próximos pagos de nuestra hipoteca o préstamos cuando nos hagan la revisión. Todo apunta que será este mes de noviembre cuando se empiece a notar esta subida de Euribor de octubre, pero que continuará en 2023.

Tras más de seis años con este indicativo en negativo, el Euribor volvió a ser positivo en el mes de abril de este 2022 a raíz del endurecimiento monetario y las subidas de tipos de interés.

Entre el mes de octubre de 2021 y el mismo mes de 2022, el dato se ha elevado desde el -0,477% hasta el 2,629%. Se trata de su valor más alto desde 2008.

Lo que esta cifra suponga en tu cuota de pago variará en función de cuando se lleve a cabo la revisión, el interés contratado de Euribor, el salgo pendiente, así como el plazo de devolución y otros matices.

Pero vamos a dar un ejemplo muy normal. Imaginemos que tenemos una deuda contraída con el banco de 100.000 euros a 15 años y con un interés de Euribor de 1,15%. Si la revisión de la hipoteca se realiza en el mes de noviembre, y teniendo en cuenta el dato de Euribor de octubre, la cuota a pagar rondará los 715 euros. Para que nos hagamos una idea, supondría una subida de más de 130 euros de diferencia con la cuota anterior.

Y aunque el Euribor se encuentra alto, aún está lejos de aquel 5,393% que veíamos en julio de 2008, cuando el indicador se encontraba en su máximo histórico y en pleno esplendor de la crisis inmobiliaria que sufríamos. Aunque no se prevé que el asunto llegue tan lejos en esta ocasión, si alcanzáramos ese momento álgido, el ejemplo hipotecario que hemos señalado antes se convertiría en una subida de más del 45% de la cuota de nuestra hipoteca.

Gráfico Euribor

Invertir en compañías con balances sólidos y con poca deuda

Ante este panorama, a primera vista nada alentador para los mercados, es importante que protejamos nuestro patrimonio y ahorros con una inversión estable y de largo plazo.

Cuando tenemos un plan de inversión y no nos dejamos llevar por la histeria cortoplacista del mercado, la visión se vuelve más clara y nítida.

 

Es por ello por lo que, también para proteger nuestros ahorros del monstruo de la alta inflación, es necesario que invirtamos apropiadamente. Los negocios de calidad, con balances sólidos y con poca deuda son las principales características de compañías hacia las que debemos apuntar.

 

Se tratan de empresas que, con fundamentales sólidos, pueden hacer frente a los intereses de deuda de forma sencilla. Además, son compañías que trasladas fácilmente sus costes extra a sus clientes debido a la potencia de su producto y marca.

 

En definitiva, se trata de invertir con sentido común y de forma consciente, sabiendo que para los que tenemos esa amplitud de miras, las caídas y recesiones del mercado son una etapa más de ese apasionante camino llamado largo plazo. De hecho, si lo vemos con perspectiva, los periodos de recesión nos sirven para entrar en compañías interesantes a precios más bajos.

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